jueves, 28 agosto, 2025

Plazo fijo, dólar, CEDEARS o acciones, el «gran dilema» de los ahorristas argentinos en época de elecciones

Invertir puede ser desafiante, aún más en la Argentina y, sobre todo, en años de elecciones, cuando la política se convierte en la principal variable de incertidumbre. 

En este escenario, entender cómo se comportan los ahorristas, cuáles son sus preferencias a la hora de resguardar capital y cómo diseñan sus estrategias es clave para tomar mejores decisiones.

El plazo fijo es la opción más elegida en los años electorales

Plazo fijo, la opción más elegida en años de elecciones

Los resultados muestran un dato interesante: el plazo fijo es la herramienta más elegida. Este fenómeno se explica en la dinámica de los años electorales: el Banco Central suele subir las tasas de interés de manera deliberada para absorber pesos y desalentar la dolarización masiva previa a las votaciones. En otras palabras, se trata de un incentivo «artificial» para quedarse en moneda local, con rendimientos que, al menos en el corto plazo, parecen atractivos frente a la inflación.

Sin embargo, el segundo lugar en la encuesta lo ocupa el dólar. Allí aparece la paradoja argentina: el pequeño y mediano inversor se aferra a la divisa norteamericana como salvavidas histórico, aun cuando no genera intereses ni ganancias reales. Se trata más bien de un refugio de valor, una forma de asegurarse que los ahorros no pierdan poder adquisitivo en medio de la incertidumbre política. 

Detrás de esa decisión conviven dos argumentos, por un lado, la costumbre arraigada de «pensar en dólares» como reflejo automático, y por otro, la expectativa de que, aunque un plazo fijo prometa un 13% o 15% en tres meses, una eventual disparada del dólar después de las elecciones podría otorgar una ganancia igual o mayor.

En la cabeza del ahorrista aparece la sensación de un «win–win»: con el dólar no pierdo, y si se dispara, gano. El problema es que esa lógica no siempre funciona y puede exponer al inversor a riesgos no calculados.

El dilema de arbitrar entre pesos y dólares vuelve a estar sobre la mesa

El contexto actual refuerza esta tensión. Este año habrá elecciones legislativas en un clima de fuerte polarización. Si el oficialismo amplía su representación en el Congreso, tendrá margen para avanzar con reformas estructurales (laboral, previsional, entre otras). En cambio, si la oposición gana más bancas, se consolidará un escenario de trabas legislativas que pondrá en jaque la agenda oficialista y será un golpe político de cara a las presidenciales del año próximo.

La economía siempre mueve al compás de las expectativas, sin embargo, como su estabilidad es el objetivo principal de la administración actual, se tienen indicadores controlados: según el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), la inflación anual proyectada ronda el 27,3%. El dólar oficial cotiza en torno a $1.325, el paralelo en $1340 y el MEP en $1.315. Mientras tanto, la Tasa Efectiva Anual para plazos fijos se ubica en 55,26%, lo que equivale a un 3,7% mensual. Así, el dilema de arbitrar entre pesos y dólares vuelve a estar sobre la mesa.

La historia reciente muestra un patrón repetido en cada elección: suba de tasas en el corto plazo, volatilidad cambiaria contenida antes de las votaciones, y luego, reacomodamientos que suelen disparar los precios del dólar en alguna de sus versiones. Pasó en 2015, en 2019 y también en 2023. Esa memoria explica por qué el dólar sigue siendo la «moneda emocional» de los argentinos.

En este escenario, armar un portafolio anti-incertidumbre se vuelve fundamental. La clave: diversificar y el horizonte temporal. Los activos de renta fija, como plazos fijos, bonos del BCRA, letras del Tesoro u obligaciones negociables, cumplen un rol central al aportar previsibilidad y flujo en el corto plazo. Son especialmente útiles para perfiles conservadores, que priorizan seguridad sobre rentabilidad.

Estos activos son especialmente útiles para perfiles conservadores, que priorizan seguridad sobre rentabilidad

Pero limitarse solo a esta clase de activos, en el largo plazo, implica quedar demasiado expuesto al peso argentino. Una corrección cambiaria posterior puede licuar en pocos días todo el rendimiento acumulado.

Por eso, para perfiles moderados y agresivos, resulta clave sumar acciones locales, CEDEARs de compañías internacionales e incluso criptomonedas. Aunque con mayor volatilidad, permiten diversificar riesgo y dolarizar parte del portafolio sin necesidad de comprar billetes físicos.

Para perfiles moderados y agresivos, resulta clave sumar acciones locales, CEDEARs e incluso criptomonedas

Errores que pueden salir caros

Ahora bien, incluso con un portafolio diversificado, muchos inversores caen en errores comunes que pueden costar caro, tales como:

  • Comprar tarde, tentados por tasas ya en su techo.
  • Vender con pánico en medio de una baja.
  • Apostar todo a un único escenario (no diversificar).
  • No investigar lo suficiente y guiarse por rumores o modas en redes.
  • Ignorar el contexto político y global, como si Argentina funcionara en una burbuja.
  • Subestimar riesgos implícitos en cada activo.
  • Pasar por alto comisiones y costos de transacción.
  • Apalancarse en exceso.
  • Invertir sin un plan ni horizonte temporal definido.

Como dice Warren Buffett, conviene ser «temeroso cuando otros son codiciosos, y codicioso cuando otros tienen miedo». La disciplina y la paciencia suelen ser mejores aliadas que las reacciones emocionales.

El verdadero blindaje, en definitiva, no está en encontrar el activo perfecto sino en construir un plan financiero personal sólido. Ese plan comienza con lo básico: tener un fondo de liquidez que cubra entre tres y seis meses de gastos fijos, colocado en instrumentos líquidos como money market o plazos fijos de muy corto plazo.

El segundo paso es diversificar monedas: pesos, dólares, CEDEARs y, para quienes toleren mayor riesgo, activos vinculados a criptomonedas. Luego viene el bloque de renta fija para estabilidad y flujo, complementado con una dosis de renta variable que permita capturar oportunidades de crecimiento en el mediano plazo.

Finalmente, conviene sumar coberturas y activos alternativos como oro, fondos globales o instrumentos atados al dólar, que funcionan como defensas frente a shocks imprevistos. Todo esto sostenido por hábitos financieros consistentes: ahorrar en forma automática, programar aportes regulares y no dejarse arrastrar por el ruido electoral de cada semana.

Invertir en años electorales en Argentina es como jugar al ajedrez con el tablero en movimiento: las piezas cambian de valor según el resultado de las urnas. La historia muestra que las tasas suben y el dólar se contiene, pero también que tarde o temprano los precios se reacomodan. La expectativa hace que los argentinos sigan eligiendo al dólar como refugio, aun cuando la matemática indique que los pesos rinden más en el corto plazo.

La salida está en el equilibrio: no apostar todo a un único escenario, construir un portafolio diversificado y mantener un plan financiero personal que tenga en cuenta el contexto electoral, en este caso. Porque, al final, más allá de quién gane, lo que realmente define el éxito de una inversión es la capacidad del inversor de anticiparse, planificar y sostener sus decisiones con disciplina.

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