sábado, 16 agosto, 2025

Luis Secco: El Gobierno tiene que lidiar con la fatiga del ajuste

El economista y director de Perspectivas Económicas, Luis Secco, analizó la situación económica de la Argentina y advirtió sobre los desafíos frente a la falta de un presupuesto aprobado y la creciente incertidumbre: “El Gobierno tiene que lidiar con la fatiga del ajuste”. Sus declaraciones se emitieron en una nueva transmisión de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), donde también habló sobre la comunicación oficial, las expectativas de los empresarios y la necesidad de reformas estructurales para estabilizar la economía.

Luis Secco, economista y director de la consultora Perspectivas Económicas, es editor de su conocido newsletter y fue asesor económico de la presidencia de Fernando de la Rúa, además de haber sido director general de análisis estratégico de la Secretaría de Inteligencia del Estado y, desde 1988, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de La Plata. A lo largo de su carrera, también fue columnista invitado en distintos diarios, columnista de Perfil.

En esas viejas historias que se cuentan, depuradas, entre bancos centrales e inversores, o a veces mal llamados especuladores. Y cuando, por ejemplo, el Banco Central de Londres perdió en su carrera por tratar de sostener la libra, ¿crees que el gobierno, el ministro de Economía, el Banco Central argentino le está torciendo el brazo a los bancos en estas pulseadas, levantando los encajes cada vez un poco más?

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El tema de las pulseadas… Leía un tweet que usaba la palabra pulseada y, no sé si era el título de algún diario, la verdad es que no me gusta, porque es como que fueran, no sé, rivales o enemigos. Realmente, la autoridad económica lo que tiene que hacer es establecer mecanismos de incentivos y nosotros adecuarnos a esos incentivos. Si hay incentivos para estar líquidos, estaremos líquidos. Si hay incentivo para ganar con una tasa de interés alta, iremos a tasa de interés alta. O sea, esto de que hay una confrontación es un reduccionismo que no conduce a buen puerto.

Y las carreras estas entre tasa y dólar que hemos visto mucho en nuestra vida personal… un libro decía que cuando uno entra a cierta edad, la memoria se convierte en historia, y a mí me está pasando eso. Esas carreras tienen que ser de corto aliento, nunca pueden ser una maratón. Entonces el gobierno dice: «Bueno, te pulseo, te corro con la tasa y ajustate«. Y la verdad es que uno dice: «Bueno, pero ¿quién corre a quién?» Por ahí ese mercado está corriendo al gobierno con la tasa. Y esas situaciones generan mucha zozobra, más allá de las cuestiones coyunturales.

Después hay una cuestión estructural, que la hemos hablado en algún momento en que me llamó en otra oportunidad, que es, me parece, el tema de la comunicación del gobierno respecto de su política económica. Esto de abusar de la idea de que todo marcha de acuerdo al plan, cuando vos tenés que hacer correcciones, y es mejor corregir que ser un empecinado. El empecinamiento prescriptivo del pasado es mucho peor que esto, obviamente. Pero cuando tenés que corregir, generás incertidumbre, porque todo el mundo dice: «Pero mira qué está todo, quién«.

Ayer, en el famoso programa de streaming en el canal de Gordo Dan, volvieron a estar las máximas autoridades económicas ahí, y lo que hicieron fue tratar de justificar nuevamente que todo lo que hicieron sabían que iba a pasar. Entonces, es como que hay una necesidad de ser infalibles, y eso me parece que no conduce tampoco a ningún lado.

También dijiste, y voy a leer textualmente: «el gobierno tiene que lidiar con la fatiga del ajuste». Sí. Explicame un poquito, ampliame la idea de ese concepto, fatiga del ajuste.

Es un concepto muy utilizado en toda la literatura de los planes de estabilización, tanto exitosos como no, y la fatiga surge cuando vos sometés a una sociedad a un ajuste determinado. Así, caracterizado por el tema fiscal, pero también por una pérdida del poder adquisitivo del ingreso y una reducción del ingreso disponible de amplias mayorías de la población, que están dispuestos a soportar la carga de ese ajuste durante algún tiempo, en expectativa de un futuro mejor. Cuando eso tarda en llegar, se genera esa fatiga: «Bueno, está bien, ¿y cuánto más, cuánto tengo que esperar?«

Pero ahora el norte está puesto en el resultado electoral y lo que puede venir después de diciembre. Está bien que cada uno sabe qué es lo que espera; no necesariamente todos esperan lo mismo, pero hay una expectativa armada, y ese tránsito hacia otra Argentina está costando mucho. Dos años son largos, y el segundo año de todos los gobiernos es difícil, pero yo creo que es mucho más difícil cuando te fue relativamente bien en el primero.

El gobierno está todo el tiempo tratando de convencernos de que esta vez es diferente, y le cuesta mucho. Me parece que eso tiene que ver, vuelvo al tema comunicacional, con que está más enfocado en vender un futuro distinto que en implementarlo. Cuesta mucho que los argentinos sigamos creyendo que es factible un país distinto en este contexto.

¿Qué imaginas que va a suceder en noviembre y diciembre después de las elecciones en términos económicos, o cuáles serán los escenarios posibles?

Imaginaba que iba a haber una corrección paulatina del tipo de cambio hacia el techo. Creo que lo que está operando como paso es la elección en la provincia de Buenos Aires, que sesga determinados comportamientos. Muchas veces, los argentinos preferimos pasar los dólares o componer nuestras carteras en dólares. Esto se anticipó un poco, producto, tal vez, de un mal manejo de la liquidez. Tal vez esto va a seguir sucediendo con altibajos hacia octubre, y, después, la expectativa de que hay que hacer algo distinto o que tiene que haber alguna corrección va a estar a la orden del día.

Esa idea de «ganaste las elecciones, y ahora qué«, muchos dicen: «Bueno, ahora las leyes de transformación que no se pudieron hacer en este contexto político«. No va a tener mayorías propias, entonces va a tener que negociar.

Aunque ganase o lograse conseguir alianzas para construir una mayoría que nunca sería propia para votar las reformas, los diputados recién asumen el 10 de diciembre. Es algo que, en el mejor de los casos, sería tratado en extraordinarias en enero. ¿Crees que va a haber algún cambio en noviembre o diciembre?

Creo que va a haber ese clima de expectativa respecto a las modificaciones que mencionabas. Tal vez se pregona que no hay controles, pero los medios y las comunicaciones del Banco Central muestran que hay más controles. Me parece que la Argentina necesita esa corrección. No sé si tendrá lugar en noviembre, diciembre o más adelante, pero seguramente habrá una configuración de política económica algo diferente. Tiene la gran ventana de poder hacerlo con tiempo.

Por ejemplo, me encantaría pensar que vamos a tener un presupuesto aprobado antes de fin de año. De hecho, en el acuerdo con el Fondo, el gobierno está comprometido a tener un presupuesto aprobado antes de fin de año. Ahora, la configuración de esta cámara no lo va a aprobar, y después del 10 de diciembre veremos. Por lo cual, creo que vamos a tener un verano de bastante incertidumbre, con el dólar testeando el techo, y probablemente en algún momento el gobierno tomará la decisión de flotar libremente sin bandas y levantar los últimos controles que le quedan.

Eso sería un paso muy bueno en la normalización de la Argentina en un contexto en el cual ya no hay excusa: no se hará nada hasta las elecciones. Me aventuro a que pueda haber un cambio de régimen cambiario y monetario hacia una política más ordenada y transparente después de las elecciones, más hacia fin de año o principios del año que viene.

Si se permite que las personas jurídicas compren dólares, o sea, que las empresas puedan remitir sus utilidades al extranjero, la lógica sería eliminar el sistema de bandas, porque si no el gobierno tendría que comprar cada vez que el dólar llegue a 1.450 pesos, que sería más o menos, con el ajuste, el techo de la banda por ese 1% mensual. Una cosa va concatenada con la otra. O podría mantener las bandas y liberar el cepo definitivamente.

Ahí la restricción sería que, si toca el techo, tiene que vender los dólares. El problema es que no los tiene, no hay muchos dólares para vender, con lo cual lo mejor sería que flote libremente. El miedo a flotar sigue presente; todo lo que se hace es tratar de controlar el dólar, incluso en una banda más estrecha que la actual. Ese miedo debería desaparecer cuando estás más lejos de una elección, y ahí debería tomarse la decisión de establecer definitivamente un régimen.

Caputo no es un ignorante en economía; conoce el mundo y demás. Ayer en un tweet puso: «La política monetaria en Argentina es simple, transparente y basada en reglas«. Y el mercado se medio como que se sonrió, dice: «Pero no, no es así«. No tenemos una función de reacción frente a la base monetaria, aunque sí la tenemos en otros aspectos.

Esas contradicciones, en una aspectos de una economía como la argentina, volátil por sí misma, con una demanda de dinero muy cambiante y difícil de estimar, requieren una política monetaria más transparente. A su vez, debería ir acompañada de una política cambiaria coherente con lo que se comunica. Me parece que las autoridades económicas saben que tienen un tema. Bausili, que para mí es mejor comunicador que Caputo, dice: «Bueno, en realidad, nosotros vamos a juzgar en cada momento si sobra dinero o no sobra dinero«. Está bien que lo diga, pero tampoco debería decir que la política monetaria es transparente, simple y sencilla de entender. Hay muchas contradicciones, y eso al mercado le genera, digamos, un poco de fatiga.

Claudio Mardones: Parece que este escenario que estás describiendo es un fin de año otra vez sin un presupuesto sancionado por el Congreso. Y quería consultarte sobre el Fondo Monetario Internacional, porque del último Staff Report surge que hay más una perspectiva proclive a aceptar que el presidente incremente su tensión con el Congreso a fuerza de vetos presidenciales y pulseadas, quizás en la justicia. Ya no encontramos un Fondo como el año pasado, que planteaba la importancia de reunir los acuerdos necesarios para sancionar proyectos de presupuesto nacional. Vamos camino ya al segundo año del presidente en el poder, y en ese contexto otro año sin plan de cuentas nacionales. ¿Usted cree que el año que viene también será un escenario sin presupuesto y con un Fondo que deja ser y acepta eso?

El Fondo está medio entregado con la Argentina y acepta cosas que en el pasado también hubiera aceptado. La primera revisión, el documento que se conoció, tiene un cronograma estructural muy duro y en varias partes menciona que el país debe tener un presupuesto aprobado. Ahora está escrito en papel, pero muchas veces resiste cualquier cosa.

Después veremos qué posición toma el Fondo. A mí, sinceramente, no me parece tan importante lo que piense el Fondo. Las discusiones que tenemos a diario en el parlamento, como bien explicitó Ricardo López Murphy y algún otro legislador, son indicativas de que, sin presupuesto, todo el mundo discute cualquier cosa.

CM: Es la característica estructural del debate parlamentario de este año, y desde que el año pasado el titular de la Comisión de Presupuesto, José Luis Espert, dio por cerrada la negociación y se cayó la discusión para el presupuesto. De ahí en adelante han sucedido emplazamientos, tirones de oreja a José Luis Espert y la multiplicación de leyes que buscan resolver esa ausencia de presupuesto, pero todo termina en el veto. Ahí es donde el Fondo dice: «Bueno, el gobierno se prepara para resistir nuevos proyectos de ley que pongan en riesgo el costo, el déficit fiscal», y eso es leído como un Fondo que dice: «Bueno, ante esta situación, siga vetando con tal de que mantenga el ancla fiscal».

No, no necesariamente, porque en varios pasajes de la revisión el Fondo le dice al gobierno que tiene que tener leyes, que tiene que tener un presupuesto, y me parece que no son inconscientes o ignorantes de que para tener esas leyes no se puede dar la espalda a la República. Algunos hablan de un querer creer y dicen: «Bueno, en este momento, hasta la próxima revisión, que es el año que viene, el Fondo ha decidido querer creer el análisis del gobierno y después vemos.» Sí, puede querer creer, pero ya te digo: yo sacaría al Fondo del medio.

El Fondo ya le dio a Argentina 12.000 millones, le dio 2.000 más, y queda pendiente algo más para el año que viene. Pero no me parece lo más relevante. Creo que no podemos seguir en esta situación donde cada uno hace lo que quiere, mira hacia otro lado y el gobierno y la oposición no pueden consensuar mínimamente nada. Estuvo muy bueno el discurso que dio Jorge la vez pasada en la entrega de premios de la revista Fortuna, donde decía: «No es tan importante que el gobierno tenga mayoría, sino cómo hace para que la oposición también piense parecido o comparta mínimamente algunos proyectos«. Me parece que ahí está donde está trabada la Argentina y que hace muy difícil a muchos empresarios convencerse de que esta vez es diferente: la imposibilidad de construir juntos políticas de Estado.

Jorge Fontevecchia y su discurso en los Premios Fortuna 2025

Cuando uno recita de memoria las reformas laboral, tributaria, previsional y de relaciones fiscales con la provincia, dice: «Bueno, pero está bien, imagínate si alguna de todas esas leyes puede salir«. En el acuerdo con el Fondo está escrito que todas esas deben ser tratadas el año que viene. Entonces uno dice: «¿Cómo lo vas a hacer?» Y ahí viene: yo hablo con empresarios, Jorge también lo hace. La mayoría de los empresarios argentinos está esperando una reforma estructural un poco más profunda y que no pase solo por los esfuerzos que pueda hacer Federico Sturzenegger por regular. Me parece que ahí están trabadas las expectativas de las empresas de Argentina, y mientras tanto la sociedad asiste a estas contradicciones con la expectativa de que haya una mejora más adelante.

mv/ff

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