Osvaldo Giordano cree que la salida de la crisis o la sostenibilidad del ajuste fiscal y de la baja de la inflación dependen de que Milei logre aprobar las reformas en el Congreso.
Hoy 07:13
Osvaldo Giordano tuvo un paso fugaz por el gobierno de Javier Milei. Fue el jefe de la Anses hasta febrero, cuando el fracaso legislativo de la ley ómnibus hizo enfurecer al Presidente, quien lo desplazó después de tildarlo de “traidor”. Tras ser eyectado de su cargo, Giordano, exministro de Finanzas de Juan Schiaretti, regresó a Córdoba, donde recaló como titular del Ieral, de la Fundación Mediterránea, el think tank que sirvió de plataforma política de Domingo Cavallo.
Alejado del mundo libertario, Giordano detecta aciertos y errores del plan del Gobierno. Le inquietan los efectos del clima recesivo y, ante todo, alerta sobre las fallas de la gestión y los riesgos de la falta de pericia del Presidente para instrumentar medidas. “Hay que acelerar las reformas, no la devaluación; ahí está la clave del éxito de Milei”, remarca en una entrevista con el diario La Nación.
-¿Detecta más aspectos positivos que señales alarmantes cuando analiza los datos sobre la situación económica? ¿Es optimista o pesimista sobre el futuro?
-Lo más rápido que se vio fue el golpe inflacionario, la licuación de ingresos a niveles incluso más bajos que en el 2002, y eso naturalmente repercutió en el nivel de actividad económica. Los indicadores de marzo confirmaron una fuerte caída de la actividad. Y ese es el dato más negativo del contexto que vivimos.
El aspecto más positivo o el dato más alentador es el que destaca el Gobierno: por primera vez, se ha instalado con suma convicción la necesidad de tener cuentas públicas equilibradas, algo inédito para la Argentina, que tiene más de medio siglo de déficit fiscal permanente.
-Milei repite que la inflación “caerá como un piano”. ¿La tendencia a la baja se va a consolidar o al Gobierno le costará reducir la tasa del 6 o 7%, como pronosticó Domingo Cavallo en los últimos días?
-Está claro que la inflación baja y se reduce, probablemente, más de lo que esperábamos en principio. El logro es significativo en ese aspecto. A futuro hay dudas respecto a que esto se pueda mantener y, sobre todo, que se pueda reactivar la economía, porque no es solo una cuestión de bajar la inflación, sino la necesidad de salir rápido de esta recesión o depresión económica.
En ese punto entran las dudas que se extienden a la sostenibilidad del equilibrio fiscal, porque éste se ha logrado con procedimientos muy rudimentarios, mucha licuación y postergación de gastos. Eso no le quita mérito, pero señala una alerta respecto a la sostenibilidad.
-¿Milei requerirá de reformas para que el ajuste fiscal pueda ser exitoso y sostenible en el tiempo?
-Para darle sostenibilidad al equilibrio fiscal, a la baja de la inflación y, sobre todo, lograr una reactivación lo más rápido posible, es central, decisivo, crucial e imprescindible el proceso de reformas y de transformaciones.
El Gobierno ha planteado muy bien los temas -si uno lee el Pacto de Mayo, ahí estaría todo o gran parte de lo necesario-, pero muestra debilidades a la hora de implementarlo.
-¿Se refiere a la falta de capacidad política del Gobierno para instrumentar las reformas?
-Hay tanto debilidades políticas, porque este es un gobierno con poco peso político, tanto en el Congreso como en las provincias, pero también debilidades de implementación. Es decir, cómo llevar a la práctica esas reformas. Y ahí se define todo.
Muchos ponen énfasis en la política cambiaria, en el cepo o en cuestiones coyunturales, pero la clave está en acelerar ese proceso de reformas que está esbozado, pero que hay dudas en torno a si se va a llevar a la práctica o no.
-El Presidente está obsesionado con el ajuste presupuestario. ¿Cuál va a ser el motor de la recuperación si Milei jura que nunca va a apelar al gasto público? ¿Las inversiones que atraigan las reformas?
-Claro. Imagine un escenario donde haya una profunda reforma tributaria, con un sistema más racional, en el que se termine de hacer la reforma laboral o se haga una reforma previsional que le da sostenibilidad a la cuenta pública, y una integración inteligente en el mundo. Todo ese condimento hace que cambien drásticamente los incentivos para invertir, generar empleo y mejorar los ingresos de la gente. Y ahí la reactivación se dará por todos lados.
No hay un sector en particular que nos va a salvar, sino que es necesario generar un contexto favorable en general para que sea más fácil generar empleo o exportar, y haya previsibilidad para poder desarrollar proyectos de inversión.
-Mientras logra ese paquete de reformas, que se demora en el Senado, y se firma el Pacto de Mayo, ¿el país se encamina a una recesión prolongada o a una depresión?
-No hay razón por la cual se pueda reactivar la economía con las condiciones actuales. Por eso, me parece clave lo que pasa en el Congreso. No solo por lo que significa la reforma, sino en términos de dar una señal de que el Gobierno supo tener la capacidad y la pericia política para hacer estos cambios que son tan difíciles. Si sale esta ley, uno puede suponer que después saldrá el Pacto de Mayo y, después, todas las reformas que están implícitas en ese acuerdo. Ahora, si esta ley se cayera, empezarían a generarse todas las dudas. Con lo que tenemos hoy no nos alcanza para salir de la crisis y la recesión.
-¿Y Milei debería levantar el cepo cambiario para salir de la recesión o le alcanza con aprobar las leyes? Varios economistas alertaron sobre el atraso cambiario.
-Sí, pero no creo que sea lo central. Una devaluación o eliminar el cepo o ambas cosas va a tener otros impactos negativos porque va a generar inflación, más caída de los ingresos y, probablemente, más recesión. La solución no está en el Banco Central, sino en que el Gobierno sea capaz, obviamente con el apoyo de la oposición y otros sectores, de hacer las reformas. Para mí, ahí está la clave del éxito. Hay que acelerar las reformas, no la devaluación.
Si no se hacen las reformas, tal vez, sea menos peor no dejar que se atrase el tipo de cambio.
-Es decir, le inquieta más la falta de pericia política y capacidad de Milei para aprobar las reformas e instrumentarlas que las eventuales falencias técnicas del plan.
-Sí. Es que el problema no está en el Banco Central, sino en el resto. No creo que haya receta de política cambiaria o del Banco Central o del cepo que te eluda la necesidad de hacer las reformas. Si las hacen, lo otro es más fácil.
-¿Se hará más fácil la eliminación del cepo?
-De alguna manera irás más rápido o más despacio con el cepo y se verá cómo queda el tipo de cambio, porque nadie sabe si está en equilibrio o no. Pero son temas menos importantes y más fáciles de resolver. Lo otro es mucho más complejo. Y entiendo por qué le cuesta al Gobierno, ya que por algo llevamos décadas con estas malas reglas de organización. Es un tremendo desafío que requiere una gran capacidad política y de gestión para poder llevarlo a la práctica. Y ahí se juega nuestro futuro.
-Usted fue parte del Gobierno, ¿Milei llegó sin programa, equipos y herramientas para instrumentar las reformas?
-Sí. Yo creo que su gran fortaleza son las ideas claras, lo que llaman la batalla cultural. Y, claramente, ahí se ha hecho un progreso enorme. Nunca en los cuarenta años de democracia estuvo tan claro el rumbo.
La implementación sería difícil para cualquiera, por lo tanto, se necesita una enorme capacidad política y de gestión que el Gobierno hasta ahora no ha mostrado. En el caso político, porque al ser una fuerza nueva, tiene enormes minorías. Y en el caso de la gestión, vemos que van rotando funcionarios. Es decir, no hay un grupo compacto. Se necesita un ejército muy grande en todas las áreas del Estado que precisan reformas y donde hay un enorme atraso, muchísimo conservadurismo, resistencia e intereses que te ponen en trabas.
Así como el Congreso requiere mucha pericia cuando sos minoría, dentro del Estado se precisa mucha fuerza porque en cierta medida sos minoría frente a la cantidad de trabas que hay y que te impiden llevar la práctica las reformas.
-¿Fue un error de Milei no incorporar más cuadros de Pro o de Schiaretti, con mayor experiencia en el Estado?
-Lo relevante no es de dónde lo armás, sino tener un equipo compacto y amplio. En los noventa, Cavallo no estaba solo, sino que había un equipo grande que se conocía de memoria y que en cada área trabajaba en el mismo sentido.
-¿La marcha universitaria fue un punto de inflexión? ¿Ve una versión de Milei menos dogmática y más flexible? Concedió múltiples cambios para aprobar la ley bases.
-Sí, hay un cambio en el reconocimiento a la oposición dialoguista en Diputados. No se había tenido antes esa actitud y, por eso, fracasó el primer intento. En ese sentido, es positivo que se haya aprendido la lección.
Respecto del tema de la marcha universitaria, creo que fue un error haber llegado a ese punto, porque con un poco de flexibilidad y pericia se podría haber evitado. Las universidades no tienen un peso relevante en el presupuesto público. No es decisivo en el plan de ajuste que tiene el gobierno.
-¿Eso ocurre porque Milei se sobregira en la “batalla cultural”?
-No lo sé, pero un gobierno es demasiado grande y complejo como para que un grupo tan reducido de gente haga todo. Hay una falla en ese punto. Vemos que todos los días hay un funcionario que cambia. Eso te quita coherencia, capacidad de trabajo y se te escapa esta tortuga, como la de las universidades.
-¿El accidente de trenes en Palermo es un llamado de atención al Gobierno en su idea de desmantelar el Estado?
-Cuando estás en el Estado, hay un estrés permanente, porque uno no sabe dónde te puede aparecer un problema. Es inevitable que te pase, pero mientras más débil sos vos en la conducción o menos equipo tenés, más disperso y expuesto estás.
-Martín Lousteau dijo que el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) es demasiado generoso y alertó sobre los beneficios fiscales que ofrece a las empresas extranjeras. ¿Concuerda con él?
-En el Ieral y en la Fundación Mediterránea siempre hemos creído o tenido como principio general que es mucho mejor tener reglas generales iguales para todo el mundo que regímenes especiales. Cualquier tratamiento especial no es la mejor opción.
El argumento del Gobierno es que se los va a dar a estos proyectos que tienen un ciclo de evaluación largo y es entendible, pero no quita que sería mucho mejor que sea para todos. Ahora, seamos sinceros: tampoco es la primera vez que en la Argentina hay un tratamiento especial. Están desde la industria del conocimiento o los regímenes de promoción industrial.
-¿Milei debería atacar los regímenes especiales de Tierra del Fuego o Mercado Libre?
-Como principio general habría que tender a eso. Lo que pasa estás partiendo de una situación tremendamente difícil y, entonces, aparece el argumento de que son inversiones muy grandes que de lo contrario no se van a hacer y que su ciclo de maduración dura varios años…
-¿El RIGI puede dañar a la industria nacional?
-Puede ser, pero también hay encadenamientos que lo pueden favorecer. Es tan difícil saber qué proyectos van a entrar y cómo se van a configurar. Yo no me animaría a decir si en ese sentido va a jugar en contra o a favor. Lo que sí es clave entender de que no es lo deseable en un país normal. Hoy no lo somos y, por lo tanto, entiendo que se apele ese tipo de cosas.
Es lo mismo que las moratorias. Un país serio no hace moratoria porque es un castigo a los que cumplieron. Pero, en un país con tan larga tradición de evasión y de no cumplimiento, estamos casi acostumbrados a esta gimnasia de que cada pocos años hay una nueva.
Fuente: diario La Nación