Kate Middleton decidió irse a vacacionar junto a su familia luego de lo que fue un año muy adverso. Entre problemas de salud y las enormes responsabilidades que implican la realeza, con el Príncipe William y sus hijos optaron por un destino icónico para descansar.
El lugar elegido: Grecia. Más precisamente, una zona donde el mar guarda secretos entre yates y calas inaccesibles. Allí, una turista griega, Penélope Likoudi, se convirtió en la inesperada cronista de un encuentro improbable. Movida por los rumores de que los príncipes de Gales estaban cerca, decidió nadar más allá de las boyas de seguridad, y lo que vio confirmó las sospechas: Kate, Charlotte y Louis disfrutaban del sol desde la cubierta de un elegante yate.
Estaban allí, a solo unos metros. La princesa llevaba un vestido oscuro cruzado. “A su lado estaban dos de los niños y una mujer mayor que podría haber sido su madre”, relató Penélope al tabloide británico The Daily Mail. Una postal íntima, silenciosa y contundente: una futura reina, descalza quizá, mirando el horizonte con sus hijos, ajena al murmullo del mundo.
El yate que cobijó esta escena no era otro que el Almax, una joya naval de 34 metros de eslora, fabricada en 2020 por la firma italiana San Lorenzo. Valorada en unos 40 millones de libras, la embarcación no solo es sinónimo de lujo, sino también de sostenibilidad: el modelo fue concebido como un hito en navegación ecológica, en línea con los valores públicos que defienden los Gales.
LAS LUJOSAS VACACIONES DE KATE MIDDLETON
El Almax puede albergar hasta ocho pasajeros distribuidos en cuatro camarotes dobles con baño en suite. Un entorno ideal para una familia que, pese a pertenecer a una institución milenaria, busca momentos simples: desayunos en cubierta, risas infantiles, tardes sin protocolo. Se rumorea que también viajaban Carole y Michael Middleton, abuelos cercanos y discretos.
En medio de un año particularmente complejo para Kate, este retiro familiar tiene una carga especial. No se trata solo de descanso, sino de reconstrucción emocional. Lejos de las cámaras, Middleton parece encontrar en el mar griego no solo sol, sino alivio.
Así, mientras el mundo especula, crítica o idealiza, los príncipes de Gales navegan por aguas tranquilas, buscando algo que ni el dinero ni los títulos pueden garantizar: normalidad. Aunque sea por unos días, aunque sea a bordo de un yate imposible de ignorar.