Tanto el presidente Javier Milei como el ministro de Economía, Luis Caputo, se jactan de que durante su gestión uno de los logros es la recuperación del acceso al crédito. Y si bien hay cada vez más oferta de préstamos y uso de tarjetas, las tasas a las que se endeudan los trabajadores formales distan mucho de quienes tienen menores recursos o tienen empleos no registradoss. Es más: la financiación es tan cara en el ámbito informal que las familias están dejando de consultar o de aceptar intereses, más elevados que nunca.
Cualquier porcentaje de interés está muy por encima de la inflación proyectada por el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) en 27%. La Tasa Nominal Anual de financiación de una tarjeta de crédito emitida por un banco tradicional es del 90% y el Costo Financiero Total (CFT) alcanza el 138%. Para el caso de un crédito personal, la cifra es de 68%.
La explosión de las tasas en el ecosistema fintech
Pero en el último tiempo cada vez es más popular la toma de financiamiento en las distintas fintech, donde según el perfil crediticio del cliente, el interés puede crecer. Un usuario con empleo formal, sin historial de mora y el equivalente a un salario depositado en su cuenta de una de las principales billeteras virtuales puede llegar a pagar un CFT de 449% para un préstamo de $100.000 a pagar en 12 cuotas. En el caso de otra de las fintech líderes, el costo final es de 193% para el mismo monto y cuotas. Cuotificar los consumos, en cualquier aplicación, tiene tasas que van del 70% al 80% en 12 meses.
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Las billeteras virtuales suelen ofrecer tasas más altas para microcréditos o préstamos de muy bajo monto, dirigidos a personas con urgencias económicas o que no pueden acceder a un crédito bancario. Es común que utilicen modelos de scoring alternativos, lo que les permite evaluar a clientes que los bancos tradicionales rechazarían, pero a un costo más alto.
Informalidad: cheques que se caen, tasas exorbitantes en dólares
En el plano de la informalidad, las tasas para endeudarse superan al interés más alto de una fintech. Quienes ofrecen este tipo de préstamos tienen niveles considerados “de usura” y según confiaron a PERFIL fuentes vinculadas al rubro del comercio masivo, por ejemplo, el interés puede alcanzar una tasa del 24%, pero en dólares, para un crédito hipotecario. El mismo tipo de financiamiento en cualquier banco tiene una tasa de alrededor del 9% más UVA, es decir, atado a un índice que se mueve según la inflación.
Es tan elevado el costo que impone un prestamista barrial que incluso “hoy muchas cuevas no cambian cheques a plazos porque mucha gente se cae”. De acuerdo a la misma voz, “a 30 días, un cheque se está cobrando entre un 6,5% al 8% en la calle” con el objetivo de “ir a lo seguro”. Incluso se está dando un negocio que circunda ese intercambio: “En las estaciones de servicio de una de las petroleras más importantes ya no les pagan en efectivo porque los asaltan. Compran cheques, pagan uno 5% abajo, y cuando se acreditan, los liquidan. Los mayoristas también compran cheques y pagan con dinero de terceros”.
Creció la base de clientes y la mora bancaria
En el sector formal, los datos públicos de morosidad (hasta abril 2025) mostraron que subió a 4,6% en préstamos personales y a 2,9% en tarjetas. “En tarjetas se vio un patrón: primero, cada vez más cancelaciones de montos apenas arriba del mínimo, y luego ni siquiera llegando al mínimo (mora). La mora del financiamiento a familias, en el marco de calcular pérdidas crediticias esperadas (según NIIF) castigará el resultado de los bancos”, advirtió la consultora LCG.
Según describió una fuente del sector de cobros con tarjetas de crédito a este medio, la cantidad de resúmenes y cuotas impagas tiene su origen en que “hubo flexibilizaciones en las condiciones para el ingreso al crédito y ahora sectores de menores recursos pudieron acceder al perfil crediticio necesario para ser solvente ante una entidad financiera”. Sin embargo, esos nuevos clientes están recayendo en la mora por la imposibilidad a la hora de afrontar sus obligaciones o incluso sus financiamientos.
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LCG detalló que los factores que pueden estar complicando los pagos son que “los préstamos a familias, fundamentales para sostener el consumo, comenzaron a tener un gran peso al compararlos con un salario que no termina de despegar” al tiempo que “la tasa de interés activa se sostiene elevada”.
Tal como contó PERFIL, pese a la desaceleración de la inflación, el consumo masivo se mantiene en caída libre, mientras las compras de bienes durables evidencian un crecimiento mes a mes. La realidad es que las familias recurren al endeudamiento para sostener un gasto que sus ingresos no convalidan, destinando hasta el 80% de sus salarios al pago de pasivos, según el informe de Vectorial. Esta situación se vuelve crítica en el crédito no bancario, donde la irregularidad escaló al 9,4% en febrero, y el total de la deuda familiar ya supera un mes de ingresos, configurando un consumo «defensivo» que es, en esencia, un creciente compromiso financiero de alto riesgo.
AM/ML