En diálogo con Canal E, el economista de FIDE Pedro Gaite aseguró que el acuerdo con el FMI y las tensiones cambiarias exponen la debilidad estructural del frente externo argentino.
Acuerdo con el FMI: entre el waiver y la urgencia de reservas
El reciente aval del staff técnico del FMI no implica un nuevo acuerdo, sino la continuidad del vigente. “El gobierno sobrecumplió las metas fiscales y monetarias, pero incumplió la meta de reservas por 3.500 millones de dólares”, explicó Gaite, y agregó que “lo que más molestó al Fondo fue que ni siquiera se intentó cumplir”.
El economista señaló que el Gobierno priorizó la baja de la inflación antes que la acumulación de reservas: “El discurso era que no importaba acumular reservas porque el régimen cambiario era libre y el precio lo ajustaba todo”. No obstante, tras el “tirón de orejas” del FMI, “cambió la política y el Tesoro comenzó a comprar dólares en bloques”.
Pese al giro, Gaite advirtió que la reacción fue tardía: “Se dejó pasar el mejor momento del año para acumular dólares, entre abril y junio”. Ahora, con menor oferta del agro, demanda sostenida por importaciones y formación de activos externos habilitada, “las tensiones cambiarias son inevitables”. A eso se suma un desarme desordenado de instrumentos financieros como las LELIQs, que “inyectaron una masa de pesos que terminó presionando al dólar”.
Tipo de cambio, retenciones y el modelo de país
Consultado sobre las recientes bajas de retenciones, Gaite fue tajante: “Lo que más le mueve la rentabilidad al agro no son las retenciones, es el tipo de cambio”. Afirmó que, en el corto plazo, con un “tipo de cambio real bajo”, las medidas se vuelven necesarias. “Incluso hay productores operando con márgenes negativos”, sostuvo.
Respecto a cuál sería un tipo de cambio competitivo que no dispare la inflación, el economista aclaró que hay dos planos: el de la coyuntura y el del modelo estructural. En el primero, sugirió permitir mayor libertad cambiaria: “Hoy el gobierno presiona a la baja el tipo de cambio con fuerte intervención en el dólar futuro”, lo cual —advierte— “no es positivo”.
A mediano plazo, sin embargo, propuso una estrategia de desarrollo industrial: “Aun con un frente externo equilibrado, necesitamos un tipo de cambio que le permita a la industria crecer”. En este sentido, señaló que “la mejor receta para bajar el riesgo país es tener reservas y equilibrio externo”, lo cual posibilitaría volver al crédito internacional con tasas razonables.
Finalmente, dejó una reflexión clave sobre el rumbo económico: “El debate de fondo es qué modelo de país queremos: si uno basado solo en exportaciones primarias o uno con desarrollo industrial y empleo de calidad”.