21/02/2025 16:54hs.
«El que juega es porque se gana el lugar, el que espera es porque tiene la chance de entrar y el que no, deberá seguir trabajando». En aquella conferencia en el Camp previa al inicio del torneo, Marcelo Gallardo marcó la cancha de entrada. A diferencia de otros años, con un plantel largo y una intensa competencia interna, algunos apellidos iban a comenzar a quedar relegados y en la séptima fecha, con las vueltas de Franco Mastantuono e Ian Subiabre y el alta de Manuel Lanzini, el DT tuvo que tomar la primera decisión fuerte al armar una lista: la ausencia de Ignacio Fernández entre los 23 para jugar en San Juan no sorprende desde lo futbolístico, pero sí tiene la etiqueta de bomba a partir del fuerte mensaje que deja en el grupo.
Nacho Fernández llegada a Vicente López para jugar con Platense (Prensa River).
«Fuimos por jugadores que entienden que no vienen a vivir de lo que se ha hecho, sino a seguir ganando…». En un año de renovación de energías, el Muñeco se encargó de repetir que no volvió al club a descansar en sus logros, esos que lo convirtieron en el entrenador más ganador de la historia en club y en estatua. Con la palabra confort tachada con un marcado grueso en su diccionario, pretende que sus ganas de seguir ganando se reflejen en el plantel, lo que hace que no le haya temblado el pulso al relegar a un héroe de Madrid para sostener a una joven promesa como Santiago Lencina y sumar de forma inmediata a los Sub 20.
Horas después de la salida de un campeón de América como Ramiro Funes Mori a Estudiantes, relegado y sin haber concentrado nunca en el año, Gallardo dio una nueva muestra de que su casa en construcción incluye un recambio generacional -también se quedó afuera González Pirez- y una norma de convivencia clara: sin importar trayectoria o copas en las vitrinas, el que no esté al 100% desde lo físico y futbolístico mirará desde atrás de la ventana.
Nacho Fernández afuera de la lista vs. San Martín de San Juan. PRENSA RIVER
Que aquel zurdo inteligente para jugar, con zancadas largas para romper por el medio y una potente pegada de media distancia sólo haya sumado 26′ ante San Lorenzo en lo que va del año es un síntoma de que su bajón es pronunciado. Porque en un contexto en el que River no encuentra funcionamiento colectivo ni generación de juego, el volante, que tan bien supo cumplir esa función durante su primera etapa en Núñez, lo que le permitió emigrar a Atlético Mineiro, lleva meses sin aparecer, primero con un Martín Demichelis que lo sostuvo por su experiencia y liderazgo y luego con la vuelta de Gallardo.