El fin de la triangulación de los aportes de las prepagas a través de las obras sociales sindicales se encamina a cumplir dos meses desde su entrada en vigencia, el 1° de diciembre pasado. Clarín habló con diferentes empresas de medicina privada que contaron su experiencia sobre cómo avanza la cuestión que ahora necesita de un elemento clave: la voluntad de los afiliados.
A partir de que la libertad de elección quedó habilitada por el Gobierno, ahora son los beneficiarios de la cobertura, hoy bajo el sistema desregulado, los que tienen el poder de decidir si quieren que su aporte a la seguridad social vaya directamente a la prepaga o siga pasando por el “peaje” de la obra social.
Sobre el tema hay diferentes intereses y posturas. De un lado aparecen las obras sociales que hoy manejan un volumen de aportes alto y que temen perder ese flujo que es clave para su funcionamiento. Del otro, las prepagas, que según pudo relevar este medio tienen buena predisposición para que el cambio de paradigma traccione.
Sin embargo, de las mismas consultas a las empresas surge que por ahora es más la curiosidad de los afiliados por conocer las implicancias de esa eventual decisión que los trámites que se han hecho efectivos en tal sentido. La sensación bastante instalada es que faltaría un empujón para que la rueda empiece a rodar.
Una de esas herramientas, consideraron algunos de los actores del mercado de las prepagas, sería que los afiliados corporativos tengan algún tipo de bajada de línea de las empresas en las que trabajan para avanzar con el trámite administrativo. Se estima que alrededor de la mitad de los afiliados del sistema están en esa condición.
La pregunta lógica que surge, no sólo desde los afiliados sino también desde las empresas en las que estos afiliados trabajan y por las que tienen garantizada la cobertura, es cuál sería el beneficio de dejar de triangular los aportes. Y cuando se hacen esa pregunta básicamente están pensando en el bolsillo.
En ese sentido, lo que queda claro del sondeo hecho por Clarín es que la posibilidad de que la derivación directa de aportes redunde en un beneficio económico no se daría por default, sino que sería parte de una conversación o negociación que cada corporación o individuo (en el caso de los particulares) debería hacer para tratar de conseguir dicho rédito. Algo que no es del todo claro ni transparente, pero que no se descarta.
Cómo apurar el cambio
Por el lado de las obras sociales, en los últimos días empezó a crecer la versión de que el Gobierno estaría preparando una resolución para apurar el fin de la triangulación de aportes. Sobre cuál sería el alcance de esa decisión aún no hay precisiones, aunque según pudo saber Clarín, efectivamente el tema se encuentra bajo análisis y el objetivo sería simplificar el proceso.
Según se había comunicado oficialmente desde que el nuevo sistema se lanzó y quedó consolidada la lista de Agentes del Seguro de Salud, para concretar el trámite los afiliados deben hacerlo a través de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) con clave fiscal nivel 3.
El Gobierno ha tenido un primer logro al haber conseguido, luego de varias idas y venidas, que las prepagas finalmente se anotaran en esa lista. De esa manera quedó habilitada la posibilidad. Pero ahora falta lo más importante: que los beneficiarios le encuentren un sentido al cambio y entonces opten por la vía directa.
El escenario no es uniforme, ya que hay obras sociales que son meros “sellos de goma”, se quedan con un porcentaje del aporte y no brindan servicio alguno, y otras que además de participar de la intermediación del dinero de los aportes tienen bajo su responsabilidad (compartida con las prepagas) una parte de las prestaciones que recibe el afiliado.
Cuando lo que se intente saltear sean “sellos de goma”, la prepaga deberá absorber el costo administrativo que asumirá al administrar los fondos de la seguridad social y que en el nuevo escenario recaerá directamente en la cobertura médica. Ahí habrá que ver cuál es el margen que queda para que el cambio burocrático arroje algún saldo a favor del afiliado.
En el caso de las obras sociales que además ofrecen prestaciones complementarias a las que da la prepaga, ese costo sería trasladado a la prepaga junto con los fondos correspondientes, por lo que allí también habría que evaluar cuál puede ser la diferencia de dinero que eventualmente signifique un beneficio para el asociado.
De esos matices seguramente dependerá, al menos como está planteada la normativa hasta hoy, la suerte del flamante formato que en términos esquemáticos cambia triángulo por recta. Como sea, hay un dato que también surge del ámbito de las prepagas y que habla de lo que parece una tendencia inevitable: las nuevas afiliaciones se están haciendo en su gran mayoría de forma directa. De manera que el viejo sistema, en última instancia -si a un futuro Gobierno no se le ocurre revertir la medida- a la corta o a la larga parece tener los días contados.
PS