Incorporar más ejercicio a tu rutina diaria no solo mejora tu bienestar general, sino también podría prolongar tu vida. Un estudio reciente liderado por investigadores de la Universidad Griffith en Australia encontró que añadir una hora de caminata adicional al día puede aumentar hasta seis horas de esperanza de vida en los individuos menos activos.
Este hallazgo se basa en datos del National Health and Nutrition Examination Study (NHANES) de Estados Unidos, que monitorea la actividad física de miles de personas a través de dispositivos portátiles. Los investigadores señalaron que el incremento más significativo en la esperanza de vida se observó en el 25% de la población menos activa, donde una hora adicional de caminata diaria podría traducirse en un aumento aproximado de 376,3 minutos (6,3 horas) de vida.
Los beneficios de una hora adicional de ejercicio diario son mayores entre aquellos que realizan poca o ninguna actividad física. Sin embargo, para quienes ya están dentro del 25% más activo de la población, el impacto en la longevidad es más reducido, ya que ellos tienen garantizados muchos de los beneficios en la salud derivados del ejercicio.
“Si todas las personas fueran tan activas como el 25% superior de la población, los mayores de 40 años podrían ganar, en promedio, 5,3 años más de vida”, escriben los investigadores en el artículo, publicado en British Journal of Sports Medicine.
Este análisis destaca cómo pequeños cambios en los hábitos de actividad física pueden tener efectos significativos, particularmente entre quienes se encuentran en los niveles más bajos de ejercicio.
Para el estudio, se analizaron los datos recopilados mediante los monitores de actividad de NHANES, que registra información de aproximadamente 5.000 nuevos voluntarios al año. Los investigadores excluyeron del análisis a 824 participantes cuyos dispositivos no recopilaron datos suficientes.
Los resultados obtenidos del NHANES se contrastaron con un modelo de tabla de vida, que rastrea las tasas de mortalidad en diferentes edades, y con estudios previos sobre la relación entre ejercicio y longevidad. Esto permitió a los científicos calcular cómo los cambios en los niveles de actividad física pueden influir en el riesgo de mortalidad de las personas.
El profesor Lennert Veerman, uno de los autores del estudio, destacó la necesidad de promover los beneficios del ejercicio de forma práctica y alcanzable. “Subir de nivel en actividad, incluso desde el cuartil más bajo hasta el más alto, no es un objetivo poco realista, ya que el 25% de la población ya lo está haciendo”, explicó Veerman.
Según el estudio, alcanzar el nivel de actividad física del 25% superior equivaldría a poco menos de tres horas diarias de caminata, pero no está limitado a este tipo de ejercicio. Cualquier clase de actividad física contribuye al bienestar.
Veerman también enfatizó la importancia de crear entornos que incentiven una vida activa, como vecindarios caminables, infraestructura ciclista y sistemas de transporte público accesibles y eficientes. “Si pudiéramos aumentar la inversión en promover la actividad física y desarrollar entornos que la fomenten, no solo podríamos extender la longevidad, sino también reducir la carga sobre los sistemas de salud y el impacto ambiental”, afirmó.
Aunque numerosos estudios han asociado el ejercicio regular con una vida más larga, este en particular cuantifica y simplifica los beneficios de manera concreta. Ahora existe un objetivo claro: incorporar una hora extra de caminata diaria para sumar potencialmente años adicionales de vida, especialmente para quienes son menos activos.
Si caminar una hora más al día parece una meta desalentadora, se debe tener en cuenta que cualquier cantidad de ejercicio cuenta. Incluso cinco minutos adicionales pueden marcar la diferencia en la salud física y mental.
Como concluye Veerman, “la actividad física es enormemente poderosa. Si hay algo que podamos hacer para reducir a menos de la mitad el riesgo de muerte, ese algo es moverse más”.