«Quiero ser como Irlanda«, dijo Javier Milei en abril ante empresarios y políticos reunidos en el foro de Llao Llao en Bariloche, en una de las tantas oportunidades en las que el Presidente elogió el modelo económico del país europeo. Considerado un «tigre celta» por el exponencial crecimiento de sostuvo a lo largo de cuatro décadas, Irlanda se convirtió en objeto de análisis global al pasar de ser uno de los más pobres de la Unión Europea (UE) al segundo más rico, en términos de producto bruto per capita.
El «milagro irlandés» que tanto admira el Presidente parte de un eje que coincide con su cosmovisión: la inversión extranjera directa como motor del crecimiento sostenido. Pero esta apertura, basada en la libertad y desregulación económica, tuvo que ver no solo con medidas económicas sino con políticas de estado que sobrevivieron que dieron previsibilidad al sistema.
Así lo afirmó Alan Barrett, destacado economista irlandés y titular del Instituto de Investigación Económica y Social (ESRI por sus siglas en inglés), un reconocido tanque de ideas de Irlanda. «Creo que lo que al presidente Milei le atrae es que tenemos una economía desregulada. Evitamos restricciones y regulaciones irracionales en la actividad económica», dijo Barrett desde la Embajada de Irlanda en Argentina, en un encuentro con periodistas a la que asistió PERFIL.
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Por primera vez en Buenos Aires, el doctor en Economía y experto en el modelo que observa el gobierno libertario tuvo una agenda cargada. Además de disertar en organizaciones del sector civil como CIPPEC o el CARI, también se reunió con funcionarios de Casa Rosada y del ministerio de Economía para intercambiar visiones sobre desarrollo económico.
En ese contexto, Barrett, que ocupó el segundo lugar en el Departamento de Finanzas irlandés (entre 2001 y 2003), indicó que el desarrollo partió de la desregulación de la economía y la baja de impuestos a corporaciones como principales medidas económicas. «A Milei le interesa cómo pasamos de ser un país europeo pobre a ser uno de los más ricos. Y en gran parte el desarrollo irlandés tiene que ver con la inversión extranjera«, aseguró el experto.
El modelo irlandés: desregulación y presencia estatal
Sin embargo, Barrett señaló que la eficiencia que hizo famoso al modelo irlandés en el mundo no fue conseguida a todo costo. Sino que también tuvo que ver con otros aspectos que se alejan de la retórica «anti estado» que defiende el presidente de la motosierra. Entre ellas, las externalidades positivas que derivan de la integración regional europea –particularmente después de haber adoptado el euro- y que obligó al país a someterse a una disciplina fiscal y de «rendición de cuentas», desarrollando un sistema legal y político confiable.
Pero también una fuerte presencia estatal en áreas clave, como la educación, el medio ambiente o los derechos laborales. Puntos que, a priori, también chocan con la línea ideológica «anti progresista» que Milei exportó al mundo en su primer año de gestión, tal como demostró en las recientes votaciones en la ONU, en la retirada de la COP 29 o del Pacto del Futuro.
Barrett, que además es doctor en Economía, se convirtió en un referente en materia laboral, ambiental, demográfica y macroeconomía. Además, como exfuncionario experto en política fiscal conoce de cerca los pros y cons del modelo irlandés basado en un crecimiento económico sostenido que comenzó a gestarse a fines de 1980.
Según Barrett, este proceso se vio brevemente interrumpido durante la crisis financiera global de 2008-2010 tras la quiebra de Lehman Brother, lo que implicó un «colapso claro y singular». Sin embargo, la respuesta irlandesa fue rápida y efectiva, basándose en las lecciones aprendidas en las crisis anteriores. «La clave fue reconocer el problema y actuar con urgencia«, afirmó el economista, destacando cómo la reestructuración fiscal y la intervención del FMI fueron elementos claves en la recuperación.
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En este sentido, Barrett trazó un paralelismo con Argentina, sugiriendo que Irlanda parecía haber aprendido de sus errores del pasado, mientras que en el caso argentino, que permanece en un estado de «crisis constante», el ajuste fiscal que hizo Milei se hizo de manera más lenta y con más dificultades. «La diferencia es que Irlanda tenía un sistema fiscal más eficiente y con mayor certeza jurídica, lo que permitió un ajuste más rápido», afirmó.
Desde entonces Irlanda, un país históricamente agrícola y deficitario, de tamaño similar a la provincia de San Luis, creció ininterrumpidamente. Desde 2011 lo hizo a una tasa del 6% mensual, diez veces mayor que la de Argentina en el mismo período. El crecimiento fue tal que se lo equiparó al de los tigres asiáticos y permitió que en la actualidad ocupe el segundo puesto de la UE en términos de PBI per capita, con 79.300 euros según cifras oficiales, muy por encima de la media (37.600), representando el 3% del producto total del bloque regional.
«Tenemos que ser punta de lanza, como supo ser Irlanda», reconoció Javier Milei durante el evento Meta Day Argentina -de la corporación de Mark Zuckerberg- a mediados de noviembre.
En ese contexto, Barrett destacó los puntos fuertes del modelo irlandés para ver en qué medida podría adaptarse al caso argentino, marcado por una historia reciente de sucesivas crisis. Entre ellos destacó una reforma tributaria, que incluya la drástica reducción impositiva a las corporaciones; tener cierta custodia de parte de organismos supranacionales (como la Unión Europea); y apuntalar la educación, todo en miras de un mismo objetivo: volverse un terreno atractivo -y previsible- para inversores extranjeros.
Una mirada sobre la gestión económica de Javier Milei
En relación con la gestión libertaria a poco menos de un año de haber asumido, Barrett destacó la admiración del presidente Milei por el modelo irlandés que evita sostener artificialmente a ciertos sectores de la industria. Sin embargo, el economista irlandés advirtió que la desregulación en Irlanda no es absoluta, conociendo la mirada de Milei respecto al ajuste del estado.
«Creemos en la regulación esencial, como en el caso de los derechos laborales y el medio ambiente, pero evitamos restricciones innecesarias a la actividad económica», explicó Barrett, destacando que Irlanda apostó por mantener una baja tasa de impuestos corporativos (12% durante varios años, actualmente aumentando al 15%), lo que atrajo una significativa inversión extranjera, especialmente de empresas estadounidenses que buscaban acceso al mercado europeo.
Este tema fue parte de la agenda del encuentro con funcionarios de gobierno, que incluyó a Esteban Fernández Medrano, subsecretario de Programación Macroeconómica (Economía) o José Luis Vila, secretario de Estrategia Nacional.
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«Estaban interesados en conocer el impacto relativo de la baja tasa impositiva a las corporaciones», dijo, en relación a las diferencias entre ambos casos y el hecho de que no hay una solución única ni mágica para el caso argentino. «No es que haya una bala de plata, como que lo único que debería hacer es bajar la tasa impositiva a corporaciones, sino que,, desde la perspectiva irlandesa, hay un amplio abanico de temas para que suceda«, detalló.
«Creo que están muy enfocados en los desafíos inmediatos, que son muy intensos. Es muy difícil hacer una planificación estratégica de largo plazo con esas dificultades que persisten. Esa es la impresión que me dio», agregó. Por último, el economista explicó que uno de los aspectos más relevantes del enfoque irlandés es la disciplina fiscal, que se logró gracias a la confianza en un sistema tributario eficiente. «Irlanda pudo hacer el ajuste porque sabía que su sistema fiscal funcionaba bien», dijo.
Sin embargo, Barrett también advirtió sobre los peligros de aplicar ajustes fiscales sin tener en cuenta las inversiones estatales necesarias en áreas clave, como la infraestructura, algo que a nivel local podría chocar con la lógica de achicamiento del estado que sostuvo Milei en lo que va de su gobierno.
«Me preocupa esta retórica de que ‘el problema es el estado’. Me preocuparía en caso de que deje de prestarle atención a áreas cruciales para el desarrollo a largo plazo», comentó, sugiriendo que el ajuste debe verse como un medio para desarrollar los recursos necesarios para futuras inversiones.
Gi