Perderse entre árboles de tono rojizo y anaranjado, pasear sobre hojas caídas, temperaturas más frías… Son estas algunas de las características que hacen del otoño la época favorita de muchos para viajar. Aunque en España hay un sinfín de pueblos preciosos que relucen aún más durante este periodo del año, hay un destino de turismo rural que cobra especial relevancia: Golmés, en Lleida (Cataluña). Y es que se trata de una increíble villa que está rodeada de naturaleza, alberga paisajes espectaculares y cuenta con una iglesia del siglo XVIII, cuya historia merece conocerse.
Rodeada de extensos campos, el cuidado núcleo urbano de Golmés invita a recorrer sus calles y conocer sus rincones y puntos de interés, como la iglesia de San Salvador. Los turistas que visiten la localidad tampoco deben perderse el salto de Duran, que se localiza en las afueras y ha sido testigo del pasado industrial de la villa de Lleida. Esto se combina, además, con la capacidad que ha demostrado para conservar sus tradiciones y cultura.
Con poco más de 1.900 habitantes, este pequeño pueblo tiene una activa vitalidad económica gracias a los cultivos de regadío, que fueron puestos en marcha a finales del siglo XIX con la construcción del canal de Urgell. A ello se une su proximidad a la capital de la comarca del Pla d’Urgell, Mollerussa. Y no hay que olvidar la tranquilidad que se respira en sus calles, de ahí que sea un destino ideal para quienes buscan desconectar y pasar unos días de relajación.
La llanura de Urgell, conocida en época musulmana como el fahs Maxkiján (o plano del Mascançà), formaba parte del distrito de Lleida durante el califato. Desde el siglo X, esta región fue repoblada por musulmanes que organizaron el territorio a medida que se asentaban, distribuyendo amplias zonas bajo el control de las ciudades cercanas. A finales del siglo XI, el conde de Barcelona, Ramon Berenguer II, comenzó a expandir sus dominios hacia esta área, interrumpiendo la unidad del Mascançà para limitar el sur del condado de Urgell.
En 1079, los hijos del conde confirmaron la donación del castillo de Anglesola y de otros territorios cercanos, incluidos Golmés, que podría haber sido un enclave fortificado. Este proceso de reorganización territorial culminó en 1149, cuando el territorio fue completamente incorporado al dominio feudal tras la conquista de Lleida.
El nombre Golmés tiene su origen en ‘Colomers’, como señala Joan Coromines. En la Edad Media, formaba parte de la Baronía de Bellpuig, que fue consolidada por Berenguer Arnau de Anglesola en el siglo XII. En 1204, la villa recibió una carta de población que incentivaba su repoblación. A lo largo de los siglos siguientes, pasó a ser un centro con una población estable, registrado en documentos de la época, como en la década de 1180, cuando Bernat d’Anglesola poseía numerosos territorios, incluidos Golmés.
En el siglo XIV, el pueblo estaba sujeto tanto a la jurisdicción real como a la señorial. Durante este período, se registraron diversas cantidades de fuegos en los censos, y en 1342 el número ascendía a 94. En 1710, el pueblo fue ocupado por los franceses sin resistencia, debido a su escasa población. Con la llegada del canal de Urgell en 1862, el riego transformó la agricultura local, asegurando el abastecimiento de agua a los campos de la región.
La iglesia de San Salvador presenta una estructura de tres naves, siendo la central y la correspondiente a los cruceros las más altas y anchas. En el centro del edificio se alza una cúpula que, desde el exterior, se configura como un cimborrio de ladrillo. Aunque es de dimensiones considerables, su decoración se limita a la fachada.
La iglesia se erige sobre el mismo lugar que la antigua iglesia románica dedicada al mismo santo. A finales del siglo XVI, el templo original ya estaba en mal estado y necesitaba reparaciones. En 1633, se proyectó la construcción de un nuevo campanario. En 1748, el templo románico fue demolido, pero la falta de fondos y disputas con el señor de la Baronía de Bellpuig, relacionadas con el patronazgo, retrasaron la reconstrucción durante 16 años.
Finalmente, en 1764, los vecinos del pueblo contribuyeron con el “veintiocho” de sus frutos para financiar las obras, que se completaron alrededor de 1770. Durante este periodo, se instalaron diversos adornos en el templo, destacando el retablo mayor dedicado a San Salvador, que fue destruido durante la Guerra Civil. El nuevo templo fue bendecido en 1772, aunque las bombas de la Guerra Civil causaron la destrucción del cimborrio y el campanario, los cuales fueron restaurados más tarde.
Para llegar a Golmés existen varias opciones dependiendo del medio de transporte que se elija. En coche, desde Lleida (aproximadamente 30 km), hay que tomar la A-2 en dirección a Barcelona, coger la salida 554 y continuar siguiendo las señales locales hasta el centro del pueblo.
En tren, desde la estación de Barcelona-Sants o Lleida Pirineus, se puede tomar un tren de Renfe hacia Cervera o Igualada, dependiendo de las conexiones. Desde la estación de tren más cercana a Golmés, que es la de Vila-sana, se puede coger un taxi o autobús hasta el centro. A su vez, varias compañías de autobuses ofrecen rutas desde Barcelona y Lleida hacia pueblos cercanos a Golmés. Desde allí, se puede tomar un taxi o transporte local.