sábado, 21 septiembre, 2024

La encrucijada industrial

La Unión Industrial Argentina, que defiende principalmente los intereses de la gran industria, comandada por el grupo Techint, interpreta que ha comenzado una etapa de estabilización de precios que dará lugar a una paulatina recuperación de sus actividades, con la ventaja –siempre desde su mirada- de que el Gobierno avanza decididamente con reformas estructurales hacia un nuevo patrón de distribución del ingreso en línea con sus pretensiones.

Cada crisis es una oportunidad para quien tiene espalda y músculos para sacar ventaja. Los más débiles tambalean y los más fuertes avanzan sobre ellos. En ese proceso, aunque la economía se achique y la torta se reduzca, las empresas y grupos concentrados que sostienen a Javier Milei apuestan a más que compensar las pérdidas con el aumento de beneficios por otras vías.

La primera, reduciendo la participación del salario en la economía y bajando los costos laborales. El secretario de Trabajo, Julio Cordero, ex abogado de Techint antes de sumarse al gobierno libertario, es uno de los que enarbola esa línea de acción.

Para las grandes mayorías, con la economía libertaria la porción es más chica, para los ganadores del modelo, más grande. La dirección de la UIA considera estar sentada a la mesa de estos últimos.

Manufacturas

En cambio, los sectores fabriles que dependen del mercado interno están pensando en la supervivencia. Atraviesan un momento crítico y el panorama no ofrece perspectivas de mejoras a corto plazo.

Daniel Schteingart, economista de Fundar y ex funcionario del gobierno anterior, remarca la heterogeneidad de la industria. «Suponiendo que en 2025 se da el escenario optimista que plantea el Gobierno, de cierta recuperación, lo cual es discutible, pero si lo aceptamos para el análisis, lo que imagino es que tendremos una recuperación de la actividad industrial con gran heterogeneidad, y probablemente el rebote sea menor a la media de la economía».

En 2025 se repetiría para la industria una situación similar a la de 2017, único año con un crecimiento moderado de la economía en el gobierno de Mauricio Macri. «En 2016 la economía cayó, pero la industria cayó más, mientras que en 2017 hubo recuperación del PIB, pero para la industria fue por debajo de la media. El año que viene se puede dar un escenario similar», sostiene el especialista.

Los sectores mano de obra intensivos, como textiles, calzados o metalmecánicos, estarán dentro de ese lote de los más rezagados. «Las industrias más dependientes de la protección, de la aplicación de estímulos a la producción, con baja salida exportadora, seguirán siendo los más complicados», advierte.

«Siendo optimista -repite Schteingart-, el año que viene puede haber algo de recuperación industrial, con aportes marginales del RIGI para algunas industrias, pero todavía difícil para los rubros que generan más puestos de trabajo».

Los grandes

En la conducción de la UIA son más optimistas, pero reclaman rebajas de impuestos y de costos para la producción. «Viene una etapa de estabilización de precios, con un tipo de cambio muy apreciado. Eso obliga a modificar la usina de competitividad sistémica de la Argentina», dicen allí.

El reclamo principal es producir reformas estructurales para bajar el costo argentino, empezando por el laboral y siguiendo por el impositivo. «Por algún lado hay que oxigenar la competitividad de la industria», demandan.

Después del industricidio que se produjo en el gobierno de Macri y de la crisis por la pandemia, «la mayoría de los que se sostuvieron tienen margen para aguantar«. Es decir, los más expuestos fueron cayendo y los que se mantuvieron en pie estarían en condiciones de seguir esperando que la economía levante, señalan en la central fabril.

«Nos dejaron un mercado interno más chico y los que pudieron acomodaron sus estructuras de costos a ese mercado reducido. Pero necesitamos que baje el costo argentino porque si no la industria no es sustentable», reclaman.

En lugar de ello, el proyecto de Presupuesto para 2025 establece un aumento de la presión fiscal, no una rebaja.

«Con este sistema impositivo, el que agrega valor pierde plata. El que muele trigo tiene que pagar el impuesto al Cheque e Ingresos Brutos; si lo hace harina, otra vez lo mismo y también IVA; si lo hace fideo, tiene otro escalón de carga fiscal. Eso es lo que debe modificar el Gobierno», es la preocupación en la UIA.

Dólar

En relación a la cuestión cambiaria, en la central fabril estiman que el Gobierno podrá evitar una devaluación descontrolada. «Con el blanqueo, la suba de exportaciones de productos primarios -como minería, petróleo y gas- y lo que pueda conseguir Caputo de crédito externo, ya sea con el FMI o con bancos u organismos, para 2025 habrá una usina generadora de dólares que permitirá estabilizar el tipo de cambio«, analizan en la UIA.

Igualmente, hasta los grandes empresarios se quejan de la pérdida de competitividad con Brasil, que aplica incentivos a la producción cada vez más extendidos. «El problema es que acá se apagan motores necesarios para la producción, mientras ellos encienden todas las turbinas«, comparan con preocupación.

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