miércoles, 27 noviembre, 2024

Rusia reafirma con Cuba una alianza histórica que puso al mundo al borde de la guerra nuclear

CIUDAD DE MÉXICO.- El Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba confirmó este jueves lo que ya habían adelantado desde Washington en las horas previas: un destacamento naval ruso se dirige hacia el Mar Caribe para llegar a La Habana el miércoles de la semana que viene. Permanecerá en sus aguas hasta el día 17 de este mes.

El destacamento enviado por el Kremlin, que según fuentes estadounidenses proseguirá ruta a Venezuela, está compuesto por tres buques de guerra y un submarino de propulsión nuclear. Se trata de la fragata Gorshkov, el buque petrolero Pashin y el remolcador de salvamento Nikolai Chiker, además del submarino Kazan.

“Esta visita se corresponde con las históricas relaciones de amistad entre Cuba y la Federación de Rusia y se acoge estrictamente a las regulaciones internacionales de las cuales Cuba es Estado parte”, justificó la cancillería cubana en su comunicado, que aseguró que ni el submarino Kazan ni los barcos portan armas nucleares.

Tanto Cuba como Venezuela, además de Nicaragua, son los grandes aliados de Vladimir Putin en las Américas, donde además poseen un importante aparato de propaganda e ideológico que ha apoyado la invasión rusa de Ucrania desde el primer día.

Reunión de Vladimir Putin con el presidente venezolano Nicolás Maduro en MoscúYuri Kochetkov / AFP – Archivo

La confirmación de la llegada del destacamento naval ruso al Caribe sucede horas después de que Putin advirtiera a Occidente que responderá de “forma asimétrica” al suministro de munición de alta precisión a Ucrania. “¿Por qué no tenemos nosotros derecho a enviar armas del mismo tipo a regiones del mundo donde se atacarán instalaciones sensibles de países que actúan contra Rusia?”, amenazó el presidente ruso.

El Kremlin ha insistido en las últimas horas que se “reserva el derecho de armar” a los adversarios de Occidente como respuesta al apoyo al gobierno de Kiev. No obstante, el presidente ruso aclaró que el uso de armas nucleares sólo es posible “en casos excepcionales”, algo que en su opinión no ha surgido todavía.

La noticia cayó en las Américas como si fuera un lejano déjà-vu de la famosa crisis de los misiles, la mayor de la Guerra Fría, protagonizada hace más de seis décadas por los presidentes John F. Kennedy, Nikita Khrushchev y Fidel Castro, que colocaron al mundo ante la peor de sus pesadillas. En esta ocasión, según confirmó Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), “ninguno de los navíos es portador de armas nucleares, por lo que su escala en nuestro país no representa amenaza para la región”.

“La flotilla rusa no representa para Estados Unidos ninguna amenaza militar, pero forma parte de la reacción de Putin para hacer creíbles sus amenazas de usar armas nucleares o armamento capaz de alcanzar territorio occidental”, subrayó a LA NACION Juan Antonio Blanco, presidente del laboratorio de ideas Cuba Siglo 21.

En febrero pasado, el canciller ruso Sergei Lavrov completó su novena minigira cubana en dos décadas para demostrar su estrecha alianza, a solo 160 kilómetros de Estados Unidos, “por un orden mundial multipolar más justo y más democrático”.

El líder del Kremlin, Vladimir Putin, con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega

¿Se incrementan de esta forma las ya muy estrechas relaciones entre Cuba y Rusia? “En la realidad no supone un mayor acercamiento, ya que los acuerdos, las visitas y los intercambios diplomáticos, militares y de seguridad ya están avanzados. Las visitas se han incrementado en los últimos cinco años, incluidas las de alto nivel. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, también viajó recientemente a Moscú. Pero eso no significa que sea un paso más en una alianza que se ha fortalecido. Lo que sí implica es la voluntad evidente de llevarla a cabo pese a lo sensible del tema de llevar un buque con capacidad nuclear cerca de Estados Unidos. No es un paso novedoso, sino la materialización y la forma de expresar su voluntad”, puntualizó a este periódico el historiador Armando Chaguaceda, principal estudioso de las revoluciones rusa y cubana en el continente.

En paralelo, muy poco se sabe de cómo ha avanzado el plan ruso, acordado con La Habana, para diseñar el nuevo modelo económico de la isla, sumida en una grave crisis social y económica. En principio se buscaba imitar el capitalismo de Estado autoritario vigente en la actualidad en Rusia. Un “stand by”, como señala el economista Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco Central de Cuba, en un proyecto que no avanza pero que oficialmente no se ha desechado.

Díaz-Canel y Putin inauguran la estatua de Fidel Castro en MoscúSergey Guneev – Pool Sputnik Kremlin

Lo que de momento es evidente que nada tiene que ver la aparición de la flotilla rusa con la Crisis de los Misiles del siglo pasado. “En aquella ocasión se produjeron desplazamientos de tropas convencionales y de 42 misiles con capacidad nuclear. Esta flotilla es un destacamento pequeño, no es nada comparable en términos militares con la Operación Anádir (el nombre clave utilizado entonces por las autoridades de la Unión Soviética). Lo que sí representa es un desafío simbólico: la devolución de la incursión de Estados Unidos en su ´traspatio´ europeo”, añadió Chaguaceda.

Moscú denomina el traspatio de América Latina al famoso “patio trasero” de Estados Unidos, acuñado en su momento para describir el continente por la ´doctrina Monroe´.

Otra situación muy distinta es la presencia de los barcos rusos de cara al interior de Cuba y Venezuela, que celebra elecciones presidenciales el 28 de julio con Nicolás Maduro muy por debajo del candidato opositor, el diplomático Edmundo González Urrutia. “Es una forma de apoyar a las dos tiranías aliadas que se tambalean, un mensaje dirigido a esos dos pueblos”, concretó Blanco a LA NACION.

La dimensión interna de ambos países es clave para entender la llegada de la flotilla rusa en un momento muy delicado. Venezuela se juega su futuro y Cuba, inmersa en un laberinto social y político, enfrenta otro verano con apagones, sin agua, con crisis de alimentos y medicinas y las consiguientes protestas.

“La Habana ha pedido a Putin una presencia militar rusa en este verano que envíe al pueblo de la isla, más que a Washington, el mensaje de que Estados Unidos no se atreverá a venir en su ayuda si se derrama sangre cubana en sus calles”, advirtió Blanco a este periódico.

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