CÓRDOBA.- El “semáforo” con que Coninagro cada mes mide el comportamiento de las economías regionales mejoró levemente en esta edición: hay seis luces rojas en vez de las ocho de la anterior; siete amarillas (eran cinco) y seis en verde. El punto es que las más complicadas representan 88% del volumen de producción. Los problemas generales para todas siguen siendo la suba de costos, un mercado interno “muy estancado” y el clima que continúa siendo un “limitante”.
El modelo del “semáforo” de Coninagro se elabora desde 2018 en base a tres pilares: negocio a nivel productor, y producción y mercado a nivel nacional. Todos tienen el mismo peso.
Por volumen de producción -toneladas-, el rojo alcanza al 88%: son algodón, granos, leche, miel, ovino, vino y mosto. Esos directamente están en crisis, mientras que “con signos de crisis” agregan ovinos, mandioca y papa. Seis por ciento del volumen está en amarillo y el mismo porcentaje en verde.
¿Por qué están en esa zona esas producciones? El algodón porque faltan señales de cambio de tendencia aunque la campaña recién comienza; los granos porque hay preocupación por los precios externos y todavía se espera la estimación para la soja y la leche, aunque mejoró la ecuación precio-costo, queda ver el resto de los indicadores.
En el caso de los ovinos, las señales de los mercados son “complicadas”; para la miel hay poca producción en las colmenas y los costos de los traslados están altos y en el vino y mosto, hay preocupación por el bajo consumo y los costos.
El reporte refleja que el promedio de precios al productor de todas las actividades refleja subas a la par de la inflación (283% anual), mientras que las subas de costos “mínimas” están por encima del 200%. “Es decir la suba de costos es más parejo que lo heterogéneo de movimientos de precios”, sintetiza.
También repasa que siguen vigentes los efectos de la sequía 2023 y muchas actividades “no recuperan producción” a la vez que el “mercado empuja hacia abajo: exportaciones con bajos precios y consumo decreciendo”.
Los mejores posicionados son arroz (con precios evolucionando positivamente); aves (en recuperación productiva con nuevo esquema de costos); bovinos (recuperándose después del cambio de precios relativos de diciembre por la devaluación); maní (recuperación del área sembrada); porcinos y yerba mate (precios a la par de la inflación y mercado estable).
En el escalón “amarillo” aparecen tabaco (mercado interno en recuperación, exportaciones estancadas); peras y manzanas (costos elevados, recuperación productiva); hortalizas (precios en caída, mejoran las exportaciones); forestal (suben los precios, no las exportaciones); cítricos dulces (exportación a la baja); papas (oferta estimada similar a la del 2023) y mandioca (precios a la par de la inflación).
Hay que recordar que, según el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), el sector agroindustrial exportó en febrero 12% más que en igual período del 2023; en total fueron US$3244 millones es decir, 342 millones que un año atrás. Sin embargo, retrocedieron 3% respecto a enero, pero se acumula una suba de US$964 millones (17%) respecto al primer bimestre del año pasado. Los complejos con mayor crecimiento relativo fueron el algodonero, el trigo y el “resto hortícola”.
Precisamente, los complejos trigo, maíz y soja fueron los de mayor contribución al crecimiento interanual; y avícola, manisero, y arrocero los que más amortiguaron dicho incremento. En líneas generales, hay coincidencia con el “semáforo” de Coninagro.
La cadena de valor más destacada del complejo exportador en este período fue el trigo, que en esta campaña dejó atrás la baja performance productiva y comercial del ciclo 2022/23. Con el impulso de una cosecha que se ubicó apenas por encima de las 15 millones de toneladas, en enero y febrero los despachos de este sector acumularon US$1011 millones, un crecimiento interanual del 277%, según la entidad. En febrero, los envíos sumaron US$426 millones, una mejora del 338% con respecto al mismo mes del año pasado.