La mirada crítica de un profesor de la UBA sobre el candidato libertario.
Hoy 05:55
Por Pablo Tigani (*), en diario ÁmbitoDespués de dos años terribles para Menem (1989-1990) y los diferentes e invariables ideólogos del comienzo: Orlando Ferreres y Roque Fernández, llegaría el viento de cola. En un país inflacionario que hasta 1992 se caracterizaba por la baja penetración de las tarjetas de crédito, la inédita estabilidad cambiaria y monetaria que se estaba experimentando un fenomenal despegue del “crédito de consumo”, otorgado generosamente por las entidades bancarias y las tarjetas de crédito.
El núcleo del modelo neoliberal de Carlos Menem fue la figura del ciudadano consumidor. Las entidades bancarias, a su vez, se fondeaban con obligaciones en el exterior, a tasas convenientes, y aplicaban los fondos a financiar la compra de bienes durables y semidurables que reemplazaron velozmente a los “círculos de planes de ahorro previo” y otros instrumentos. En suma, acompañado por estas condiciones, durante ocho años, Carlos Menem contó con los medios disponibles para desplegar y consolidar su administración. Hasta podía darse el lujo de desplazar a Cavallo, quien se adjudicaba el éxito de la estabilización de la tasa de inflación. (Svampa, Maristella “La sociedad excluyente, la Argentina bajo el signo del neoliberalismo”. Buenos Aires: Ediciones Taurus, 2005).
Por fin, llegaría un sustituto, luego de dos intentos fallidos. Broda dijo que no primero, y Alemann dijo que no, más tarde. El oferente era Bauza, cuñado de Pou, quien lo sugirió a Broda. Menem lo compartió, dijo algo parecido a: “Como Broda dijo que no, y Alemann dijo que no, lo llamé a Roque”.
¿CÓMO PIENSA ROQUE FERNANDEZ?“La verdad es que a mí estas cosas no me preocupan mucho. Si me dicen técnico, para mí ser técnico es bueno. Si me dicen teórico, para mí ser teórico es bueno también; conocer teoría económica no le hace mal a nadie. Si preocuparme por los problemas fiscales es ser fiscalista, soy fiscalista, no hay ningún problema. Por otra parte, no es mi profesión ser político. Si quisiera ser político y no fuera buen político me preocuparía, pero no he elegido ser político, con lo que eso tampoco me inquieta” (Roque Fernández, La Nación 18/8/1996).
No se enteraba que era un technopol, ni entendía que estaba ideologizado al máximo. Stiglitz me recomendó en 2005, en el Hotel Panamericano: “no hagas el doctorado en Economía, ya es suficiente, realiza el doctorado en Ciencia Política que cubre la carencia del economista formado en las últimas décadas”. Roque Fernández, ideólogo liberal, empleado del Estado, más de 10 años de Menem, no se inmutaba en lo más mínimo al ponerlo en evidencia, ni siquiera había atisbos faciales que delataran su proceder. “[…] Si uno le pregunta a cualquier economista profesional qué hubiera hecho si estuviera en nuestro lugar, y van a ver que con variantes más o menos todos tomarían medidas parecidas a las que he tomado yo” (Roque Fernández, La Nación 16/8/1996). “Economista profesional”. Traducido de la jerga “macroeconomista neo cuantitativista”, significa: “nuestros conciudadanos del agujero de ozono”. Para ellos Stiglitz y Krugman (Premio Nobel), Raúl Prebisch, Aldo Ferrer, Marcelo Diamand, no son economistas, o si se los menciona dirán: “no saben nada” …
Y sí, Roque Fernández era político y militante del FIP (Frente de Izquierda Popular, cuyo ideólogo era Jorge Abelardo Ramos-socialismo criollo), apoyando a Perón con su lista, una especie de kirchnerismo de aquella época, que votaron los peronistas más intelectuales. Roque Fernández, era hombre de discurso leído. Capaz de comunicar leyendo un discurso de más de una hora y media a las 8 de la mañana. Recordábamos una de esas exposiciones soporíferas para una pequeña audiencia del IAEF, donde le expresé mi preocupación por la cantidad de títulos y volumen de deuda en distintas monedas, en distintos países, con diferentes legislaciones que se estaban emitiendo. A lo que me respondió: “eso solo indica que el mundo confía en nosotros”.
INTOLERANCIA: MILEI UNA SINTESIS DE MENEM Y CAVALLOCarlos Menem, presentaba las reformas pro mercado como decisiones técnicas, bordeadas de cientificidad con majestuosidad forastera(Dolina), muy estimada en aquella sociedad despolitizada, harta de la inflación y políticos tradicionales. Guionado por sus cuadros económicos, rotulaba de ignorancia técnica a los críticos para deslegitimarlos. Y, lo logró. El espacio público estaba vetado para aquellos que no proveníamos de las “universidades de mejor marketing del mundo”.
“Aquí, lamentablemente, todo el mundo se convierte en economista, pero son muy pocos los que saben […] y el resto es perejil de décima. […] siguen hablando de economía y no saben absolutamente nada y lo que es peor, hacen pronósticos y fallan” (Menem, 6/6/1993). Ante la propuesta de los legisladores radicales de rechazar los decretos de necesidad y urgencia que eliminaban las asignaciones familiares, Cavallo les respondió: “[…] no hay magia en la economía si hay una solución mejor que la busquen los legisladores pero tiene que ser una solución y no una puesta de la cabeza debajo de la tierra estilo avestruz” (Diario La Nación 18/7/1996).
Milei trató de “fracasados” y acusó de “cómplices de la estafa de los políticos” a los economistas que firmaron una carta contra la dolarización (Infobae, 10 Sep., 2023 06:56 p.m. AR)
La crisis económica que había dado origen a la presidencia de Menem había alentado un ejercicio de liderazgo y, el ritmo de las reformas había sido legitimado por “la necesidad de convencer a los acreedores externos”, lo que incluía a los organismos financieros internacionales, sobre todo el FMI (Teichman, 2001, pág. 112).
LA MOTOSIERRA: Reformas del menemismoLa disposición del gobierno a disminuir drásticamente el déficit público (ese fue, al menos, el discurso predominante) e impulsar “la reforma estructural”, así como las primeras privatizaciones, estuvieron signadas por este tipo de presión, a la vez exógena y autoimpuesta. Con esos fines, situación que continuaría durante los primeros años de la década de los 1990 y que se aceleraría e intensificaría más adelante en aspectos políticos y otro tipo de diálogo, en lo que se incluía una mayor privatización, “la reforma de seguridad social”, “flexibilización laboral” y otras reformas a nivel provincial.
Sin embargo, la economía política del estilo de liderazgo menemista cambió sustancialmente en 1998. En el contexto de la crisis asiática, hubo un giro global en los flujos de capitales hacia los países emergentes, con un descenso desde u$s 225.000 millones a u$s 80.000 millones en solo un año, lo que derivó en forma simultánea en una casi duplicación de las tasas de interés, y el comienzo del fin, al que sobrevendrían 16 trimestres consecutivos de recesión, que finalizarían en default.
(*) Director de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros.