Del Caribe al Río de la Plata: en Narcos la música viaja por el continente

Del Caribe al Río de la Plata: en Narcos la música viaja por el continente Crédito: Netflix De Breaking Bad a Ozark, los laberintos del narcotráfico y la relación entre los capos de los cárteles en Colombia y México y sus asociados encubiertos, culposos, pero igual de responsables del otro lado del Río Grande han…

Del Caribe al Río de la Plata: en Narcos la música viaja por el continente

Del Caribe al Río de la Plata: en Narcos la música viaja por el continente Crédito: Netflix

De Breaking Bad a Ozark, los laberintos del narcotráfico y la relación entre los capos de los cárteles en Colombia y México y sus asociados encubiertos, culposos, pero igual de responsables del otro lado del Río Grande han sido tematizados en esta nueva era de oro de las series. La producción colombiana El patrón del mal (Caracol, 2012) ya había convertido al sanguinario Pablo Escobar Gaviria (Andrés Parra) en casi un ícono pop y Narcos (2015) volvió sobre la historia del líder del Cártel de Medellín pero desde el punto de vista de dos agentes de la DEA. Tanta asociación de Latinoamérica con el narcotráfico termina por afirmar un estereotipo que bascula entre el prejuicio y el morbo.

Más allá de lo que Narcos refleje o caricaturice, lo que importa aquí es la música. Una banda de sonido que le hace justicia a lo mejor de Colombia, México, Puerto Rico, Cuba y también Argentina.


Omara Portuondo Fuente: EFE

“Ogueré” (Omara Portuondo, 1958). El viaje comienza en Cuba con esta rumba sigilosa que aplica al subgénero que en los 90 se vendía como “exótica”, una internacional que tuvo en la orquesta del mexicano Juan García Esquivel y la soprano peruana Yma Sumac a sus mayores rescates. A los 90 años, Omara Portuondo es un mito viviente de la cultura cubana y “Ogueré” (Temporada 3) es parte de su disco debut, Magia negra, cuando se la conocía como “la novia del filin”, como se llamaba al cruce entre el jazz y los ritmos afrocubanos. Una plegaria santera reconvertida en una de las derivaciones más exquisitas del swing.

“Noche de ronda” (Eydie Gormé con el Trío Los Panchos, 1964). La alianza estratégica entre la cantante neoyorquina de origen sefaradí y una suerte de institución de la canción romántica latinoamericana como el Trío Los Panchos (activos entre 1944 y 1986) es solo comparable a la de Sinatra & Jobim. Conocido como Eydie Gormé y el Trío Los Panchos o Amor, el álbum se editó en 1964 e incluía este clásico del bolerista mexicano Agustín Lara que se editó por primera vez en 1937 (años de 78 RPM). Hasta llegar al característico arpegiado de Los Panchos y la pristina voz de la Gormé ya había sido internacionalizada por Xavier Cugat, Nat King Cole y Tito Puente. Narcos la puso de nuevo en el oído mundial en su Temporada 2. Placer.

“Llegaron los peluqueros” (Los Yetis, 1967). Una de las mayores contribuciones del soundtrack de Narcos es hacer arqueología pop con la poco conocida escena beat-pop de Colombia. Los Yetis forman parte de la misma ola que en el Sur dio lugar a Los Shakers o Los Beatniks pero son mucho menos citados (nadie habla de ellos en Rompan Todo, por ejemplo). “Llegan los peluqueros” es la adaptación a la música beat (a esto en los 60 se le decía shake o ye ye) de un texto de Gonzalo Arango, líder de la corriente nadaísta, una anti-poesía surgida en Colombia que en Buenos Aires se leía vía Eco Contemporáneo, la revista de Miguel Grinberg. El nadaísmo fue parte de las respuestas regionales a los escritores beat de Estados Unidos y en ese sentido esta pieza es única: letra y música beat. Los abuelos del nadaísmo.

“Todo en la vida” (Elia y Elizabeth, 1973). ¿De dónde salió esta maravilla de pop barroco que se deja escuchar en la Temporada 1? Las hermanas Elia y Elizabeth Fleta formaron una sociedad musical en Bogotá que duró lo que un suspiro: dos discos entre 1971 y 1973. Se convirtieron en un dúo en Madrid (son nietas del tenor español Miguel Fleta) cuando las descubrió el arreglador Juan Carlos Calderón (Serrat, Nino Bravo) y fue también en Madrid donde el sello independiente Munster las reeditó en 2014. “Todo en la vida” forma parte del álbum La onda de Elia y Elizabeth, un milagro inadvertido en la historia de la música pop latinoamericana. En el imaginario retro hay en ellas algo de Candela, el dúo argentino de las hermanas Inés y Analía García con un único hit: “Quien extenderá tu cama” (1979).

“Smog” (Los Dug Dug’s, 1973). Para decirlo en el argot paisa de Medellín: ¿Cómo así que Jethro Tull fue tan influyente en México? Lleva mucho más que este espacio desentrañar ese misterio pero la prueba está en “Smog”, un hard rock grabado en 1973 donde la flauta traversa asume todo el protagonismo y los solos como en el grupo folk-progresivo inglés. Los Dug Dug’s eran de la ciudad de Durango y formaron parte de la avanzada psicodélica mexicana que fue largamente reprimida (como sí se cuenta en Rompan Todo) por el poder político. Por su llamado a dejar el cigarrillo, la canción forma constelación con “Soy moderno”, de Virus, pero aquí sin ironía ni humor. Los Dug Dug’s van hasta contra la marihuana (“Marihuana ningún bien te hará”) convirtiendo a la música derivada del estilo lisérgico en un jingle apto para una campaña anti drogas.

“Yo soy el punto cubano” (Fruko y sus Tesos, 1973). La orquesta de Fruko (Julio Ernesto Estrada Rincón) es una de las agrupaciones más emblemáticas de la salsa colombiana, género muy bien representado en el soundtrack de la serie. Entre 1970 y 2013 editaron más de cuarenta discos entre los que se incluye el álbum Ayuno, que incluía esta carta de amor a la música y la nacionalidad cubanas. “Tesos” en el argot paisa denomina a los más aptos o hábiles y es así como el popular Fruko (que se deja ver como James Brown en las fotos de los 70) reclutaba a los mejores músicos de Medellín para su big band tropical. Uno de los mayores éxitos de Discos Fuentes, la discográfica más antigua y representativa del sonido colombiano.


Rubén Juarez Fuente: Archivo – Crédito: Hernán Zenteno

“Cambalache” (Rubén Juárez, 1975). La trágica muerte de Carlos Gardel (y Alfredo Le Pera) construyó en 1935 un puente imaginario entre Buenos Aires y Medellín que el paso del tiempo no ha conseguido derribar. Así es como no puede pensarse la atmósfera sonora de ciudades tan distintas sin la presencia del tango. La productora colombiana Dynamo eligió la versión del clásico “Cambalache” (Discépolo) que Rubén Juárez grabó en 1974 como parte del LP Pasional para representarlo. Juárez, el único bandoneonista cantor, fue una de las últimas leyendas del tango con la aureola del padrinazgo de Pichuco y la encarnación de una bohemia extinguida. Su “Cambalache” está orquestado por el maestro Armando Pontier (1917-1983). Es curioso como en los comentarios del video posteado en You Tube se repite “Narcos brought me here” (Narcos me trajo hasta aquí).

“Se me perdió la cadenita” (La Sonora Dinamita, 1978). Otra de las agrupaciones legendarias de la música colombiana (salsa y cumbia) cuyo recorrido incluye una parada triunfal a fines de los 70 en el Madison Square Garden. Fue parte del efecto avalancha provocado por la salida del álbum El Meneíto, también de Discos Fuentes, que pegó fuerte en México y dejó sentir su onda expansiva en la comunidad latina de los Estados Unidos. “Se me perdió la cadenita” se convirtió en un clásico de la salsa tradicional y hasta fue incluida en la banda de sonido del videogame Grand Theft Auto V. La Sonora Dinamita cumplió 50 años en 2013 y en 2020 editaron el álbum Transformando la cumbia y una cumbia muy oportuna y pedagógica: “Coronavirus”.

“Dos gardenias” (Ángel Canales, 1979). Uno de los nombres más legendarios de la diáspora boricua, el salsero Angel Canales hizo magia con este bolero compuesto por la cubana Isolina Carrillo que se probaron antes La Sonora Matancera y después el Buena Vista Social Club con Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo. En el medio de esas dos versiones está la de Canales que inicia como una balada de piano jazzy para desenrollarse como una salsa suave. Su forma de cantar, una suerte de Sandro barítono, hacía que lo llamasen “El diferente”. Y lo es. La voz de Canales encandila. Un héroe cultural de Puerto Rico que desafió a las convenciones y la mafia de la salsa y que solo salió cuatro veces de Nueva York en su vida para actuar en Panamá, Caracas, Colombia y Lima. Fuera del radar público desde 2002.

“Cali Pachanguero” (Grupo Niche, 1984). Los textos de Andrés Caicedo (¡Qué viva la música!) le harían más justicia a la explosión que provoca escuchar este hitazo del Grupo Niche con el que se consolidaron como el sonido de Cali (un cartel musical) y una de las orquestas colombianas con mayor presencia en Europa y los Estados Unidos. Lo fundaron Jairo Varela y Alexis Lozano en Bogotá en 1979 y desde 1983 se establecieron en Cali hasta que en 2001 mudaron su base de operaciones a Miami. Así llegaron a tocar por primera vez en Japón en 2005.

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